La ignorancia es más que atrevida…



Por Ezequiel Cuevas 

La ignorancia es la ausencia de conocimiento, comprensión o información sobre un determinado tema. No se limita a la falta de instrucción académica, sino que puede manifestarse en cualquier ámbito de la vida: desde lo científico y filosófico hasta lo social y emocional. A menudo, se asocia con la pasividad, pero también puede ser activa cuando una persona elige no saber, evade la reflexión crítica o rechaza deliberadamente información que contradice sus creencias.

En su forma más básica, la ignorancia es natural y, en muchos casos, inevitable. Nadie puede saberlo todo. Sin embargo, se vuelve problemática cuando se combina con la arrogancia, la negación o la indiferencia. Es entonces cuando deja de ser una simple carencia para convertirse en una barrera que impide el crecimiento personal y colectivo. La ignorancia puede perpetuar prejuicios, fomentar el miedo hacia lo desconocido y limitar la capacidad de empatía y diálogo.

A lo largo de la historia, la ignorancia ha sido utilizada como herramienta de control. Sociedades enteras han sido mantenidas en la oscuridad para evitar cuestionamientos y conservar el poder en manos de unos pocos. Pero también ha sido motor de cambio: reconocer lo que no se sabe ha impulsado descubrimientos, revoluciones científicas y transformaciones culturales profundas.

Combatir la ignorancia no significa humillar al que no sabe, sino cultivar la humildad y el deseo de aprender. Implica fomentar la curiosidad, la educación crítica y el acceso equitativo al conocimiento. En ese sentido, la ignorancia no debe ser vista como un defecto moral, sino como un punto de partida desde el cual es posible crecer.

En nuestro País, la ignorancia es colectiva, más, en temas de Derechos, porque a quienes nos han gobernado, siempre les ha convenido; por eso, al ver a mis conciudadanos defender las acciones de este conglomerado de trogloditas, y peor aún, justificarlas, muestran las señales reales de que vamos camino a un descalabro inimaginable como sociedad.

La Constitución de la República, promulgada el 27 de octubre de 2024, en su Capítulo V De la Población, Sección I De la Nacionalidad, desde el artículo 18 hasta el 20, establece claramente quienes son Dominicanos.

Además, es la misma Constitución que en su Título II De los Derechos, Garantías y Deberes Fundamentales; Capítulo I De los Derechos Fundamentales; Sección I De los Derechos Civiles y Políticos, artículo 37 hasta el artículo 73, establece, valga la redundancia, los Derechos y Deberes de todos los Dominicanos.

Entonces, ¿por cuáles razones es que, vivimos todos los días justificando y defendiendo a estas autoridades que NO RESPETAN, NI CUMPLEN y mucho menos PROTEGEN a los Dominicanos?

¿Cómo es posible que el tema de la Nacionalidad se siga discutiendo en todos los programas radiales y/o televisivos?

¿Por qué seguimos justificando las acciones inconstitucionales e ilegales de las autoridades “De Turno”?

La verdad es que, nunca tendremos la República Dominicana que nos merecemos, mientras continuemos siendo simples mendigos de migajas, simples fanáticos de políticos sin escrúpulos.

En última instancia, ser consciente de la propia ignorancia es uno de los primeros pasos hacia la sabiduría. La pregunta sincera vale más que una respuesta falsa.



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