Por: Héctor Luiz Feliz Martínez
Lo acontecido en el país salvadoreño el pasado domingo 4 de febrero con el reelecto presidente Nayib Bukele, es un indicativo de lo peligroso y lesivo que puede llegar a ser lo que Juan Bosch [como defensor la libertad individual y los derechos humanos], llamaba dictadura con respaldo popular. Misma, que como nación nos hace reflexionar sobre los riesgos que pueden originarse cuando se tiene la necesidad de intercambiar independencia por seguridad; el cual aparenta ser el caso en cuestión.
En la historia de América Latina, los regímenes dictatoriales han dejado una huella indeleble de represión y sufrimiento. A menudo, estos regímenes se enmascaran bajo el manto de la legitimidad popular, convirtiendo la voluntad del pueblo en una herramienta para perpetuar el autoritarismo. El caso de Juan Bosch, líder político dominicano, sirve como un recordatorio doloroso de los peligros inherentes a la dictadura con respaldo popular.
Bosch, una figura influyente en la política dominicana del siglo XX, fue elegido presidente en 1962 con una abrumadora mayoría. Sin embargo, su mandato fue efímero, ya que fue derrocado siete meses después por un golpe militar. Este acontecimiento marcó el inicio de una serie de regímenes autoritarios en la República Dominicana, que utilizaron la retórica populista para justificar la represión y el control absoluto.
El peligro de la dictadura con respaldo popular radica en su capacidad para desgastar gradualmente las instituciones democráticas y los derechos humanos. Bajo la apariencia de representar la voluntad del pueblo; los líderes autoritarios manipulan la opinión pública y socavan la voluntad dialéctica de diferir, consolidando así su poder de manera indefinida.
La experiencia de la República Dominicana bajo regímenes dictatoriales revela las consecuencias devastadoras de esta dinámica. La represión política, la censura de los medios de comunicación y la persecución de opositores políticos se convirtieron en prácticas habituales, socavando cualquier posibilidad de un debate democrático genuino.
El legado de Juan Bosch, como defensor de la democracia y los derechos humanos, sigue siendo relevante en la actualidad. Su lucha contra la dictadura y su visión de una sociedad justa y libre continúan inspirando a generaciones posteriores a defender los valores democráticos y a resistir cualquier intento de autoritarismo, incluso cuando se disfraza de voluntad popular.
Es crucial recordar que el respaldo popular no justifica la violación de los derechos fundamentales ni la consolidación del poder absoluto. La verdadera democracia requiere la participación activa de la ciudadanía, el respeto por la diversidad de opiniones y la protección de los derechos individuales.
En un mundo donde el populismo y el autoritarismo están en aumento, debemos aprender de los errores del pasado y defender con firmeza los principios democráticos. Solo así podremos construir sociedades donde la libertad y la justicia sean una realidad para todos, y donde el peligro de la dictadura con respaldo popular sea una lección aprendida, no una realidad perpetuada.
Muy bien
ResponderEliminar