Por Hector Luis Feliz
Tomando el riesgo de que “algunos” puedan catalogarme como monotemático —dado mi artículo anterior—, me permitiré, guardando la distancia, hacer una pequeña comparación entre la magnífica obra "Rebelión en la granja" de George Orwell, y la situación actual en la que se encuentra El Partido de la Liberación Dominicana (PLD), con la sublevación interna de diferentes grupos de poder, dentro de esa organización política.
George Orwell, en su icónica novela Rebelión en la granja, utiliza el sarcasmo para reflejar la corrupción y la traición de los ideales revolucionarios. En esta obra, los animales de la granja se rebelan contra sus opresores humanos, solo para descubrir que sus nuevos líderes, los cerdos, se vuelven tan despóticos como aquellos a quienes derrocaron. Esta novela, que fue escrita hace más de 75 años, parece coincidir, en parte, con la situación que se ha venido generando en ese partido, después de las elecciones de mayo.
El PLD, fundado con ideales de justicia social, democracia y pluralidad participativa, por el profesor Juan Bosch —uno de los hombres más correctos, que en algún momento haya gravitado en el ámbito político nacional—; ha experimentado un ciclo que recuerda los acontecimientos de Rebelión en la granja. En sus primeros años de fundación, el partido se presentó como una fuerza de cambio, prometiendo mejorar la vida del pueblo dominicano; producto del gran desencanto que tuvo el profesor Bosch, con su antiguo primogénito el Partido Revolucionario Dominicano (PRD). Sin embargo, con el tiempo, muchos han acusado al PLD de haberse convertido en aquello que juró combatir… aferrados al poder, más interesado en mantener sus privilegios que en servir al pueblo. Situación que más tarde, en el año 1991 llevaría a Bosch a renunciar también de este su último partido. ¡Un hombre de ideas claras!
Como en la novela de Orwell, donde los cerdos se igualan cada vez más a los humanos que reemplazaron, algunos líderes del PLD han sido criticados por prácticas que recuerdan a aquellos a quienes inicialmente se opusieron. La corrupción, la falta de transparencia, etc., se convirtieron en puntos críticos para el partido, alejándolo de sus bases y de los ideales que una vez inspiraron a sus seguidores.
La reciente crisis interna que evidentemente vive este partido, marcada por luchas de poder y divisiones, es una señal clara de que el desafío a enfrentar es grande. El desacuerdo, la lucha por pertenecer, y por qué no, la necesidad de escudarse debajo de las mantas del partido, han debilitado evidentemente a una organización que alguna vez fue la fuerza dominante en la política dominicana. Esta situación recuerda a los animales de la granja, que al final de la novela se encuentran divididos y enfrentados, con sus líderes más preocupados por el control que por el bienestar colectivo.
Rebelión en la granja nos recuerda que el poder puede corromper incluso a los más acabados idealistas. El PLD por su parte, como cualquier otra organización política, debe ser consciente de este peligro y trabajar para evitar que la historia de la granja se repita… Es necesario un compromiso con la transparencia, la justicia y el servicio, si el partido desea recuperar el prestigio que alguna vez tuvo, y cumplir con las expectativas de aquellos que creen en su capacidad para liderar una verdadera transformación partidaria.
Así como los personajes de granja animal, el pueblo dominicano tendrá que evaluar si después de todo, el Partido de la Liberación Dominicana sigue siendo una opción viable para el futuro del país. La historia no tiene que repetirse, porque la democracia necesita partidos fuertes, pero para evitarlo, es necesario una transformación real, profunda y honesta... ¿Está el PLD preparado para enfrentarse a este reto? Solo el tiempo lo dirá, pero la oportunidad de redención está en sus manos. Al igual que la parábola del hoyo, que se pone más grande mientras más le quitan; de esta misma forma, mientras más tiempo transcurre sin buscarle una solución idónea para el bienestar en su conjunto de esa organización, más difícil será pues, detener su descenso hacia el oscuro y frio sótano del olvido histórico.