
Por Hector Luis Feliz
Estados Unidos de América está envuelto en una gran encrucijada, de cara a las elecciones del 5 de noviembre. Por un lado, está el candidato y actual presidente por el partido demócrata, Joe Biden, el cual innegablemente presenta grandes dificultades en su estado de salud actual; mientras que por otro lado, se encuentra el expresidente por el partido republicano, Donald Trump, que recientemente fue declarado culpable de 34 cargos que se le acusaban, marcando este último un precedente en la historia de Estados Unidos, por convertirse en el primer presidente o expresidente en ser condenado en un juicio penal.
Esta situación ha generado una gran incertidumbre entre los votantes de ese país. Muchos se preguntan: ¿es posible confiar en un presidente cuya salud es evidentemente frágil, o en uno que ha sido declarado culpable de múltiples delitos? La pregunta, en efecto, no es sencilla de responder… La elección parece estar entre dos extremos, cada uno con sus propios desafíos y controversias.
El estado de salud de Biden ha sido un tema recurrente en los medios. Aunque sus seguidores defienden su capacidad para liderar, pero, aun así, más allá de todo interés particular, es evidente que sus problemas de salud pueden afectar su desempeño en el cargo. Trump por su parte, con su reciente condena ha sacudido esa nación. Sus seguidores lo ven como una víctima de una cacería de brujas —como él mismo lo ha dicho—, mientras que sus opositores lo consideran un peligro para la democracia.
El jueves 27 de junio, ambos candidatos participaron en el primer debate presidencial de 2024, quedando en evidencia varias cosas: el presidente Biden se notó muy impreciso al momento de contestar, respondiendo —o al menos intentando hacerlo— de manera incoherente algunas de las preguntas puntuales que le hacían, con un tono de voz casi dificultoso para entenderlo y una imagen facial que reflejaba incluso desorientación momentánea, incrementando así la preocupación de quienes le siguen.
Por otra parte, el expresidente Donald Trump que, si bien es cierto, a principio no refleja condiciones físicas como las que presenta su opositor demócrata, no menos cierto es que el caso puede ser peor… pareciera que este no tiene un objetivo claro por el cual aspira alcanzar la presidencia, de ese, que es el país más poderoso del mundo. Sus respuestas no fueron más que simples acusaciones injuriosas, que parecen más bien un modo de victimizarse, alegando un supuesto enjuiciamiento político, para de esta forma, ganar reconocimiento y abstracción hacia un electorado que se encuentra parcial o totalmente confundido, ante las únicas dos propuestas electorales que se le presentan hasta hoy en su país.
Los medios de comunicación y las redes sociales también hacen su parte… En medio de este torbellino, el ciudadano común se encuentra atrapado en una tormenta de información y desinformación. Las campañas de ambos lados se han vuelto más agresivas, tratando de ganar el favor de los votantes indecisos —que es el fin de todos los debates presidenciales—. Las redes sociales, por supuesto, han jugado un papel importante en la difusión de noticias y rumores mal intencionados, aumentando así las tensiones de ese proceso, que se torna tan turbio y reñido.
Al final de todo, lo que parece un hecho cierto es que Estados Unidos, quiérase o no, está viviendo una gran crisis de representación entre sus ciudadanos... Tener que elegir entre dos candidatos cada uno con situaciones singulares muy cuestionables, lo que hace es matizar cada vez más la voluntad popular de los estadounidenses. Parece ser que, al final —para el próximo período presidencial americano que inicia el 20 de enero del 2025— no habrá un ganador, más bien un gran perdedor que será, en su totalidad los Estados Unidos de América; y con ellos, todos los países que —como en la paradoja de “los vagones delante de la locomotora"— de una forma u otra, van unidos a ese gran motor de arrastre de la unión americana. Recordar que uno de esos vagones es República Dominicana y, por eso, debe ser un tema de nuestro interés.
“Que el gran diluvio nos encuentre subidos en el arca de la estabilidad y la concertación política y de todos los sectores en nuestro país; porque de lo contrario, iremos pues, unidos al infortunio de una nación, que cada vez más, va en detrimento de su hegemonía mundial”.