EL OPORTUNISMO POLÍTICO EN REPÚBLICA DOMINICANA: UN OBSTÁCULO PARA LA DEMOCRACIA SOSTENIBLE


Por Darlin S. Cuevas (Hijo)

En la República Dominicana, como en muchas democracias en desarrollo, el oportunismo político se ha convertido en una práctica cada vez más visible y preocupante dentro del accionar de muchos líderes y partidos. 

Esta conducta, que prioriza el beneficio inmediato sobre el compromiso a largo plazo con el país, representa una amenaza silenciosa que debilita las instituciones democráticas y la confianza ciudadana en el sistema político dominicano.

La vivencia a demostrado que el oportunismo político se manifiesta de diversas formas: cambios súbitos de lealtades partidarias, discursos populistas que se adaptan según la dirección del viento electoral, y propuestas improvisadas que surgen en épocas de campaña sin una planificación real detrás. 

En el real escenario político dominicano, no son pocos los casos en los que figuras públicas abandonan sus principios o sus partidos para posicionarse en lugares más ventajosos, sin importar el impacto que estas acciones tengan en la estabilidad del sistema.

Los partidos políticos dominicanos, que deberían ser centros de formación ideológica y plataformas de representación ciudadana, muchas veces se ven convertidos en vehículos coyunturales para el ascenso personal y la obtencion de benefi cios propios. 

Este fenómeno ha generado un profundo desencanto en amplios sectores de la sociedad, especialmente entre los jóvenes, que perciben la política como un juego de intereses más que como una vía para transformar la carencias y necesidades en realidades beneficiosas para la colectivida.

La proliferación de candidaturas oportunistas ha tenido como consecuencia una sobreoferta vacia de propuestas sin sustancia, provechosa ni realidades sin sustento y una campaña política cada vez más centrada en la figura propia que en los proyectos de nación. 

El clientelismo, el transfuguismo y la falta de consecuencias claras para estas prácticas han permitido que este patrón se repita elección tras elección.

No obstante, la ciudadanía dominicana ha comenzado a mostrar señales de despertar cívico, convirtiendo poco a poco en el el propio protagonista de su historia.

Sectores sociales, organizaciones comunitarias y medios independientes han empezado a exigir más transparencia, coherencia y rendición de cuentas. En ese contexto, se hace urgente que los partidos asuman su responsabilidad y promuevan líderes con convicción, visión y compromiso con el país.

En tiempos donde el oportunismo amenaza con convertirse en norma, nuestra Republica Dominicana necesita más que nunca una política con sentido de Estado. Una política que no responda a lo inmediato, sino que construya futuro con responsabilidad, ética y coherencia. 

El fortalecimiento de nuestra democracia depende, en gran medida, de erradicar estas prácticas y devolverle al ejercicio político la dignidad que merece.

Republica Dominicana lo necesita.


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