
Rabia y no dolor es lo que sentimos ante un sistema judicial fallido y colapsado en la República Dominicana, que no ofrecerá respuestas a los familiares de las víctimas que buscan justicia por un homicidio involuntario que les arrebató a sus seres queridos. Rabia, mucha rabia, es lo que sentimos.
Nueva York: Tras la indescriptible tragedia del Jet Set, la diáspora dominicana no siente solo dolor, sino rabia al ver morir a nuestro querido Rubby Pérez y a 224 dominicanos, además de los 189 heridos rescatados. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿se pudo haber evitado esta tragedia? Y la respuesta es contundente: sí, se pudo evitar.
El dolor se ha transformado en rabia, impotencia y coraje al ver la difusión de las imágenes del cuerpo sin vida de Rubby Pérez y los demás, las cuales describen los terribles instantes agónicos a los que una negligencia masiva, unida a las crueles jugadas del destino, les arrebató la vida.
Sentimos rabia, no solo dolor, ante esta negligencia masiva que ha causado tanto sufrimiento y desolación. Rabia es lo que la diáspora siente al ver cómo nuestro país se desvaneció en la falta de regulaciones, el incumplimiento de las leyes y la dejadez de una sociedad que ha apostado al caos, evadiendo un régimen de consecuencias que es la única vía para alcanzar el desarrollo verdadero.
Rabia es también lo que sentimos al ver cómo Rubby y tantos dominicanos perdieron la vida bajo los escombros de un techo que no recibió el mantenimiento adecuado. Porque, para ser bruto, no hay que estudiar: es evidente que un techo no colapsa de la noche a la mañana, sino que es el resultado de una cadena de hechos que culminan en el desastre.
Rabia y no dolor es lo que sentimos ante la actitud de las autoridades que tienen la obligación de supervisar, pero que han delegado esa responsabilidad a empresarios inescrupulosos. Rabia y no dolor es lo que sentimos porque este fue el primer derrumbe, pero no sabemos cuántos más están en curso, ni cuántos otros establecimientos masivos están en condiciones peores que el Jet Set. Lo más aterrador es que no lo sabremos hasta que ocurra otra tragedia.
Rabia y no dolor es lo que sentimos ante un sistema judicial fallido y colapsado en la República Dominicana, que no ofrecerá respuestas a los familiares de las víctimas que buscan justicia por un homicidio involuntario que les arrebató a sus seres queridos. Rabia, mucha rabia, es lo que sentimos.
FUENTE: Periódico hermano, El Faro Latino USA