OPINION: Empleadores suicidas


Por: Rafael Ciprian

La modificación del Código de Trabajo de la República Dominicana es una tarea que los empleadores tienen metida entre ceja y ceja. Periódicamente plantean el tema como un asunto urgente de la agenda nacional.

En la actualidad, luce una materia que ni los empleadores ni los trabajadores ni el Estado han podido superar.

La modificación o no de la normativa laboral es un problema de solución tripartita. Es muy complejo. Pone en juego la paz pública, social y laboral.

Sabemos que el Estado está en la obligación y el derecho de garantizar que las contradicciones entre empleadores y trabajadores tengan soluciones consensuales y jurídicas, justas y necesarias.

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En otros tiempos, y por razones políticas, ideológicas y geopolíticas, principalmente con la Guerra Fría, esas contradicciones, eran irreconciliables, antagónicas, o sea, que solo se resolvían con la eliminación de uno de los contendientes. Pero en nuestra época, los problemas entre las fuerzas sociales de producción se reducen al simple economicismo. Cada uno busca imponerse para sacar mayor provecho económico. No se juega el poder político.

Obviamente, la consigna de “Proletarios del mundo, uníos” quedó en el pasado.

El debate por la modificación del Código de Trabajo nunca está fuera de foco. Vuelve a recrudecerse en los medios de comunicación y en los corrillos judiciales.

Viendo el asunto sin pasión, nos parece que los empleadores tienen vocación de suicidas. Están empecinados en eliminar del Código de Trabajo derechos que son reconocidos taxativamente.

Por ejemplo, el preaviso y el auxilio de cesantía. Están contemplados en los artículos 78 y 80 del Código de Trabajo. Pero que están consagrados, en el criterio proteccionista de la especialidad de la materia, de manera general en el artículo 62 de la Constitución. Nuestra Jurisprudencia los protege, tanto del Tribunal Constitucional, con sus precedentes; la Suprema Corte de Justicia, las Cortes de Trabajo y los tribunales de trabajo de primer grado.

La vocación suicida de los empleadores se manifiesta en que no se dan cuenta que eliminar el preaviso y el auxilio de cesantía, que son garantías y ahorros de los trabajadores, destapan una caja de Pandora que a muchos los puede llevar a la ruina.

Asombra que no se den cuenta. Si eliminan esos derechos de los trabajadores, que constan en la ley, esto es, que los jueces están limitados a reconocerlos en el monto de dinero preestablecido en la norma, dejan a esos jueces en libertad de fijar montos millonarios o insospechados, cuando el empleador incurra en faltas legales frente al contrato de trabajo.

Hoy aplicamos indemnizaciones por daños y perjuicios con cantidades irrisorias. Eso podría cambiar, como en civil, si se sueltan las amarras.


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