
Según la Encuesta Nacional de Inmigrantes
(ENI-2012) realizada entre junio y septiembre 2012, en el país teníamos un
total de 668,144 personas de origen haitiano (6.90% de la población), de las
cuales 458,233 habían nacido en Haití y 209,912 eran hijos de padre y/o madre
haitiana. Recordemos que el “jus solis”, la obtención automática de la
nacionalidad para todo el que ha nacido en nuestro territorio, no aplica para
los hijos de extranjeros en tránsito y de indocumentados.
Cinco años más tarde, la Encuesta Nacional de
Inmigrantes (ENI-2017), cuyo trabajo de campo se realizó entre el 15 de agosto
y el 19 de octubre de 2017, estimó que en el país teníamos un total de 750,174
personas de origen haitiano (7.37% de la población), de las cuales 497,825
habían nacido en Haití y 252,349 eran hijos de padre y/o madre haitiana.
De esas dos encuestas podemos derivar las
siguientes conclusiones. La primera es que el número de inmigrantes haitianos
que cruzaron la frontera y se establecieron en el país entre 2012 y 2017 apenas
alcanzó 39,592, a razón de 7,918 haitianos por año. En ese período, según los
registros de la Tesorería de la Seguridad Social se crearon, en promedio,
115,131 empleos por año en el sector formal. Simultáneamente, las estadísticas
del mercado laboral del Banco Central indican que entre 2012 y 2017, el empleo
en sector informal se redujo, en promedio, en 3,820 empleos por año. Dado que
la mayoría de inmigrantes haitianos laboran en el sector informal, podría
deducirse que el ingreso a nuestro territorio de esos 39,592 haitianos provocó
un “crowding-out” de empleo dominicano desde el sector informal al formal, pues
la tasa de desocupación, entre el 2012 (octubre) y el 2017 (IV) se redujo de
7.2% a 5.1%.
Esta bajísima inmigración haitiana implicada
por la comparación de las ENI-2012 y ENI-2017 resulta sorprendente cuando
observamos que solo en el sector construcción el total de ocupados aumentó en
97,646 entre abril de 2012 y octubre de 2017, casi tres veces (2.74) el número
de haitianos que, según las dos ENI, cruzaron la frontera entre 2012 y 2017.
Aunque algunos estudios econométricos (Ciriaco y Gratereaux, OIM-INMRD-OIT,
2020) estiman que los haitianos apenas representaban el 24.6% del empleo en el
sector construcción, la mayoría de los empresarios de la construcción indican
que la participación es cercana al 50%, llegando a un 75% en el segmento de la
construcción gris. Si todos los inmigrantes haitianos de ese período (7,918)
consiguieron empleo, se tiene que estos apenas ocuparon el 7.1% de las nuevas
plazas anuales de trabajo (111,311) que ofreció la economía dominicana en el
período 2012-2017, un porcentaje que en ninguna tribuna o foro internacional
nuestra nación podría presentarlo para validar la hipótesis de que la
inmigración haitiana está dislocando el funcionamiento de nuestro mercado
laboral y constituyendo una carga exagerada para el país. Mucho menos en los
últimos tres años (2021-2023), en los cuales la economía dominicana, según las
estadísticas oficiales, creó un promedio de 144,782 puestos de trabajo por año.
La segunda conclusión es que entre 2012 y
2017, en nuestro territorio nacieron 42,437 niños cuyo padre, madre o ambos
eran haitianos, para un promedio de 8,487 niños por año. Si esa información es
correcta, nos parece que el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social
(MSP) tendrá que revisar las informaciones que ha dado a conocer sobre el
número de partos realizados a mujeres haitianas en nuestro país, pues estas
informaciones se distancian considerablemente de lo que las ENI-2012 y ENI-2017
permitirían estimar. Entre el 2012 y el 2017, según las informaciones del MSP
en su portal y recogidas en algunos estudios (Morales Troncoso, Editorial
Funglode, 2019), el promedio anual de nacidos vivos en partos de mujeres
haitianas se estima en 22,079. Esa cifra, sin embargo, resulta ser casi tres
veces (2.6) el promedio de 8,487 niños por año que se desprende de los datos
que emanan de las ENI-12 y ENI-2017. Si los registros del MSP correspondientes
al período 2012-2017 son incorrectos, tendríamos que concluir entonces que el
boom de nacimientos de niños de madres haitianas en nuestro territorio es un
fenómeno relativamente reciente. Entre el 2019 y 2023, el total de partos a
mujeres haitianas en nuestros hospitales ascendió a 170,104, para un promedio
anual de 34,021, muy por encima del promedio anual de 8,487 niños de madre o
padre haitianos que nacieron en el país entre 2012 y 2017, según las
informaciones recogidas por las ENI-2012 y ENI-2017.
La tercera revela que, en unos años, la
autopercepción racial de los dominicanos sufrirá una sacudida enorme.
Recordemos que, según la Encuesta de Autopercepción Racial y Étnica en la
República Dominicana realizada a finales de 2019 por el Fondo de Población de
las Naciones Unidas (UNFPA), el 45% de los dominicanos se consideraba “indio”,
un 18% se autopercibía como “blanco”, un 16% se anotó en la lista de los
“morenos”, un 9% en el padrón de los “mulatos” y apenas un 8% se consideraba
“negro”. Las ENI nos revelan que entre el 2012 y el 2017 el número de niños
nacidos de padres haitianos en nuestro territorio ascendió a 42,437, una cifra
muy por debajo de las informaciones publicadas por el MSP que muestran que el
número de nacimientos de niños de madres haitianas durante ese período ascendió
a 110,395. Mientras las dos ENI realizadas por la UNPFA-ONE y los registros del
MSP revelan eso, la ONE indica, en sus estadísticas demográficas de la
población anual por estrato de edad, que entre el 2012 y el 2017 la población
infantil (entre 0 y 4 años) en el país se redujo en 8,945 niños. Esto
implicaría que, mientras las parejas jóvenes que se autoperciben como blancas,
indias, morenas y mulatas han optado por no tener hijos, las haitianas han
optado por parir a un ritmo que reflejaría un crecimiento anualizado de 3.1% de
la población haitiana en nuestro territorio (excluyendo los nacidos en Haití
que emigraron por la frontera a nuestro país entre 2012 y 2017). Los afiliados
a teorías conspirativas podrían basarse en esto para sostener su tesis sobre la
invasión pacífica y silenciosa de Haití hacia el lado este de la Isla de Santo
Domingo.
La cuarta es realmente desconcertante. La
ENI-2017 nos indica que en el país teníamos 497,825 inmigrantes nacidos en
Haití y 252,349 hijos de madres y/o padres haitianos, arrojando una población
de origen haitiano ascendente a 750,174 personas. Si se aplica la tasa de
crecimiento anualizada (2.34%) de la población haitiana en el país revelada en
las dos ENI (2012 y 2017), tendríamos que en el 2022 la población haitiana en
nuestro territorio ascendió 842,150 personas. Las dudas surgen cuando la
Dirección General de Migración (DGM) informa que en los años 2022 y 2023 se
marcharon voluntariamente y/o fueron deportados y repatriados un total de
652,025 haitianos (154,333 en el 2022 y 497,692 en el 2023), lo que indicaría
que el 77.4% de la población haitiana en el país ha regresado a su país de
nacimiento o al país de nacimiento de sus padres, quedando solo en nuestro
territorio unos 210,000 haitianos, si mantenemos para el 2023 el mismo nivel
crecimiento anualizado de 2.34%. Estaríamos frente a un éxodo que le pisa los
talones al de los 700 mil árabes palestinos que fueron expulsados de Israel en
1948.
Como se observa, la incongruencia entre los
resultados de ambas encuestas ENI y los registros del MSP y la DGM nos llevan a
pensar que los datos de la población haitiana en el país que revelan las
encuestas ENI-2012 y ENI-2017 subestiman considerablemente la presencia
haitiana en el país. Recordemos que estas encuestas no son un censo de la
población haitiana sino una estimación a partir del diseño de una muestra de
hogares (68,000 en la ENI-2012 y 73,286 en la ENI-2017) que, al ser
encuestados, arrojan cierto número de hogares habitados por inmigrantes
extranjeros, en su mayoría haitianos. El problema fundamental no reside en los
factores de expansión que se utilicen para llegar al estimado nacional, sino en
el arte de estructurar y ajustar la muestra para que esta incorpore la
posibilidad de que la población haitiana en el país esté distribuida
geográficamente en porcentajes diferentes a la distribución geográfica de la
población dominicana (entendida como la población nativa) y para compensar por
la mayor tasa de rechazo a responder encuestas que exhiben de los hogares de
haitianos en nuestro país.
La subestimación de la población haitiana en
el país que podría derivarse de estas encuestas no es un tema que debe tomarse
a la ligera o engavetarse. Recordemos que hemos asistido a todos los foros
internacionales a plantear que a nuestro país no se le puede pedir que
contribuya más de lo que actualmente aporta a la solución del problema
haitiano. Sin embargo, si los datos de las ENI-2012 y ENI-2017 fuesen
correctos, le estaríamos dando municiones a los que ripostan que República
Dominicana podría acoger, sin ningún problema, medio millón adicional de
haitianos. Más aún si se tiene en cuenta el hecho de que la población
dominicana (dominicanos y personas de origen dominicano) residente en EUA,
España, Italia y en el resto del mundo, ascendente a 2,835,593 personas en el
2022 según el Instituto de los Dominicanos y Dominicanas en el Exterior
(INDEX), adscrito al MIREX, envió remesas a nuestro país por US$10,157 millones
el año pasado. Algún fusionista extranjero podría iniciar la campaña del 2×1: 1
haitiano en dominicana por cada 2 dominicanos en el exterior. ¿Qué implicaría
esto? Acoger 575,646 haitianos más y recibir de vuelta los 652,025 que
supuestamente retornaron voluntaria e involuntariamente a Haití en 2022-2023.
Si seguimos diseñando y ejecutando políticas públicas basándonos en
proyecciones a partir encuestas que no reflejan la realidad, nos vamos a joder.
No nos vamos a joder, ya estamos jodidos.
ResponderEliminarSegún parece el presidente del 2032 será janchup piti gaso.